VILORTA o VILORTO, ‘aro hecho con una vara de madera flexible’, antiguamente velorta, gall. biorto, origen incierto, quizá prerromano y emparentado con el vasco bilur ‘vilorta’ biurtu ‘torcer’, bildu ‘reunir’.

1.ª doc.: veluerto, Berceo; velorta, h. 1300, Gr. Conq. de Ultr.

Un enfermo de gota mortal (al parecer epilepsia) «querrié seer más muerto / ca a parte ninguna non trobava confuerto; / si non porque la alma prendié en ello tuerto, / por lo ál más querrié colgar de un veluerto» (S. Dom., 404d, así en la copia V hecha en el S. XVIII de un ms. del S. XIII; villuerto en E, de med. S. XIV). En el sitio de Jerusalén los cristianos «cogían çarças e madreselvas e virgas de morales, con que fazían velortas, con que tiravan la madera de unos lugares a otros» Gr. Conq. de Ultr. (ed. Cooper III 5vb21). En el Cuento de la Enperatriz de Roma (Historia de Crescencia), probablemente del S. XIV (al parecer leonés): «semejó a la velorta que está en el monte, que el viento la aballa a todas partes et la faz abaxar» (ed. Mussafia, Wiener Sitzungsber. LIII, 514.46), donde traduce inexactamente el fr. rosel ‘caña’, del original. El ms. castellanizante A de la Gral. Est. gall., princ. S. XIV, trae «madeyros atados c? velortos de carvallo torcidas» allá donde el texto gallego emplea vyncallos (90.26).

No era ésta una palabra muy frecuente en lo antiguo, pues seguramente siempre fué, como hoy, un término del lenguaje rural y algo dialectal; falta en los glos. de h. 1400, APal., Nebr., etc. Oudin: «vilorta, voyez estornija», el cual define «une arondelle qui est un anneau ou rond de fer qui se met au bout de l’essieu entre la roue et l’esse, de peur qu’elle ne loche ou sorte»; Covarr.: «vilortas, son ciertos anillos que se hazen de los ramos de sauzes o álamos estando verdes, sirven de tirar por ellas las cuerdas de las velas, lienços o cielos con que se cubren los patios; dixéronse vilortas, quasi vi tortas, porque con fuerça las tuercen... llaman vilortas en algunas partes una ruedecilla de hierro suelta que se pone entre la rueda del carro y el clavo del pezón del exe... En tierra de Salamanca usan un juego aldeano, casi semejante al de la chueca, el qual llaman vilorta: ponen sus pinas los que han de jugar, y gana el que passa una pelota por medio de la de sus contrarios; juéganla con unos cayados cortos y las sortijas dellos están encordeladas con cuerdas de vigüela a modo de raquetas, y por aquella buelta redonda que hazen se llamaron vilortos: los estudiantes suelen jugarle en el Tesso, y darse unos a otros muy buenas caýdas». Aut.: «el anillo que se forma del ramo verde de algún árbol, especialmente correoso, y en secándose se mantiene en aquella figura... Juego que usan en las Aldeas de Castilla la Vieja, especialmente en tierra de Salamanca... se llama así por, la vuelta redonda del cayado con que se juega, al qual llaman vilorto»1. No cita autoridades, pero el DHist. aduce la de Huerta (1624): «... ceñir las alquerías y casas con los pámpanos de sola una vid, y con aquellas belortas y corregüelas que los siguen».

Modernamente: santanderino velorto «un mimbre o varilla retorcida en forma de soga o cordel para atar un haz de leña u otra cosa» (cita de Tomás A. Sánchez a propósito del veluerto de Berceo; belorto en Mugica y en Alcalde del Río), Colunga belortu «planta trepadora que crece en los zarzales y produce una flor blanca y rizada», «planta herbácea de tallo ramoso y hojas aovadas que alcanza una altura de 80 a 90 cms. y la utilizan los labradores a modo de cuerda para atar el narvasu en haces» (V), ast. birlotu «sarmiento de parra silvestre que se emplea como amarra» (R), Lena beluirtu ‘cordel o amarra’ (M. P., Notas sobre el Bable de Lena, p. 55), Bierzo vilorto «vilorta hecha con doce o quince pajas, retorcidas y unidas por las espigas, que sirve para atar los manojos de trigo, haces de sarmientos y hierba», «la formada por dos pipos de castaño, roble o mimbre, que se emplea para atar haces de leña» (G. Rey), salm. belorto «el tallo que echa el cepo del roble: corta belortos para atar los haces de jaras» (Lamano, quien cita el refrán de Correas: belorto de enero, retuerce y está quedo, o en forma asturiana volorto de jinero..., explicando: «el palo cortado verde en enero y torcido a fuego lento no destuerce»), and. virorta «abrazadera de hierro que afianza en el arado la unión del enjero y la garganta», birorta «arte de pesca muy común en Málaga para el chanquete, y que es parecido al boliche, sólo con malla más tupida», cordobés vilorta «palo corto afilado por los extremos con el que, mediante otro mayor, llamado marrio y marrillo, juegan los muchachos haciéndole saltar» (AV), Baza y Cádiz bilorta ‘aro de hierro en el arado, que sujeta el timón a la cama’ (Giese, VKR VII, 50; BhZRPh. LXXXIX, 130), arag. bellorta íd. (Borao), pero en la Puebla de Híjar lo mismo se dice villuertas (BDC XXIV, 138). Salacenco billuerta ‘anillo grande, de una rama de haya joven, para unir dos pies derechos, en una barrera’ (Iribarren), alav. villorta ‘rama flexible’. La forma con -ll- es ya antigua en Aragón: «un arado con su rella e dos villortas de fierro» invent. de 1375 (BRAE IV, 346) (a pesar de las formas con -- explicables por la fonética vasca, habiendo -l- en Castilla, no es posible que venga del célt. *BզLIA, fr. bille ‘palo’, ‘tuero’, pese a GdDD y tampoco lo sería en el aspecto semántico y morfológico).

Vilorto es vocablo ajeno a los demás romances, aun el catalán2 y el portugués, pero se encuentra en gallego: biorto ‘vencejo de atar gavillas de trigo’ (Sarm. CaG. 141r), «atadura de mimbre, vara verde o paja» (Cuveiro), viorto «vencejo o tramojo», «especie de retama blanca que echa ramas como arbusto, pero sube menos que la común: abunda hacia Monterroso» (Vall.), y V. el grabado en VKR XI, 289. De las formas vascas hablaré luego.

De la etimología trató por primera vez (fuera de la idea de Covarr., que no se ajusta a la fonética histórica cast.) Parodi, en una nota de Rom. XVII, 54-5, proponiendo el étimo BIS ‘dos veces’ + R֊TŬLA ‘ruedecita’, cuya imposibilidad fonética salta a la vista. Schuchardt (BhZRPh. VI, 47-50) dedicó a nuestro grupo de palabras una nota muy documentada, pero de conclusiones confusas y vacilantes; en definitiva se inclinaba el lingüista austríaco por un cruce de RET֊RTA ‘retorcida’ (padre del cat. redorta, -olta, rid-, it. ritorta, fr. riorte, que significan aproximadamente lo mismo que vilorta) con VզTIS ALBA (de donde it. vitalba, cat. vidalba, oc. vidaubo ‘clemátide’) u otro compuesto o derivado de VITIS ‘vid’, que según se ve por VITIS ALBA y muchos derivados romances sirvió para designar cualquier planta sarmentosa; sin embargo, al mismo tiempo admitía Schuchardt como posible y aun verosímil que el cruce de RETORTA fuese con VզBŬRNUM ‘especie de mimbre’ (PIORNO). Así se podría llegar quizá a *viduerta o a lo sumo *vidorta, y para explicar la -l- vacilaba nuevamente Schuchardt entre una disimilación de las dos oclusivas dentales, o bien (más probable en su opinión) una nueva contaminación de los derivados de VOLVERE, como el it. vilucchio ‘Convolvulus arvensis’, viluppo ‘revoltijo’, etc. Es visible que el propio Schuchardt dudaba de sus explicaciones. M-L. (REW 7266), a pesar de su veneración por el maestro, no vaciló en declararlas inverosímiles, y es difícil no compartir su opinión: combinaciones tan complicadas son admisibles cuando se trata de explicar una forma local y moderna, pero no un vocablo tan extendido y antiguo. Pero es que además ni así se acabarían los obstáculos fonéticos, pues está claro, según la documentación arriba reunida, que el tipo básico es velorta (o velorto), con e, puesto que esta vocal es general en lo antiguo y todavía predomina, y con ó tónica y no ue, de acuerdo con el vocalismo ampliamente predominante: las formas divergentes son las que será lícito explicar por contaminaciones, cruces o accidentes fonéticos, puesto que son formas minoritarias. Ahora bien, la ֊ breve de RET֊RTA es tan inadecuada para explicar la o de velorta, como la զ larga de VզTIS o VզBURNUM para dar cuenta de su e. Luego se impone abandonar esta etimología, y aun las variantes que fácilmente podríamos proponerle y que sólo eliminarían algunos de sus vicios: p. ej. VզTEM T֊RTAM, simplificado en *VզT֊RTA por haplología (lo que sólo tendría la ventaja de ahorrarnos el primer cruce de palabras), o un cruce de VOLȢTA ‘vuelta’ (> rosell. voluda ‘mezcla, revoltijo’, oc. vouludà «rouler à terre») con RETORTA, de donde *volorta > velorta; pero ‘vuelta’ no es lo mismo que ‘vilorta’ y subsistiría la dificultad de la ó tónica, para explicar la cual no puede pensarse en un préstamo de otro romance, puesto que el vocablo es casi exclusivamente cast. y muy antiguo.

En una palabra, vale más abandonar del todo la relación con RETORTA y con VզTIS, y admitir que aquel vocablo, representado en cat. y oc., sólo influyó en la alteración velorta > -uerta (-uerto), que justamente es propia del aragonés, riojano y parte del asturiano, dialectos vecinos de aquellos idiomas. Desde luego tampoco cabe pensar en un origen germánico (relacionando con el ags. welig. ingl. willow, b. alem. ant. wilgia, a. alem. med. wilge ‘sauce’), pues entonces debiéramos tener gu- en romance. Y descartado igualmente el árabe, que nunca puede explicar una palabra con v- antigua, imposible el latín por falta de una base adecuada, sólo nos queda pensar en un origen prerromano, siempre verosímil en voces de esta naturaleza.

Ahora bien, la raíz indoeuropea ?EI-, ?I-, ‘torcer’, está muy bien representada en céltico, y ha dado palabras semánticamente muy afines, como ?E?A ‘rama’ (irl. ‘varita de fresno’), ?EITI (córn. guiden, galés gwden «vinculum, virga contorta», Stokes-Bezz. 270-1); en especial podría pensarse en ?EIRO- ‘curvo, torcido’, que ha dado el galés gŵyr «recurvus, limus», gŵyro «curvare», bret. gwar, goar «courbe, doux, humble», irl. ant. fiar ‘torcido, ladeado’, y galo-latino VIRIA ‘argolla’. Éste resulta de una latinización del diptongo EI del celta arcaico, pero el resultado antiguo del diptongo EI, así en el celta continental como en el insular, fué . Ahora bien, hay en celta un sufijo muy productivo, -RĔTON, empleado para formar colectivos, y también abstractos y concretos de sentido general (irl. luaith-red ‘cenizas’, air-red ‘hielo’, ful-red ‘sangre’, gem-red ‘invierno’ ét-rad ‘libido’, galés med. gweith-ret ‘acción’, irl. fraech-red ‘lugar de brezos’), que asimismo fué productivo en galo, según nos muestran los tipos *SAMA-RĔTON ‘campo de verano, barbecho’, *TALA-RĔTON ‘extremo o frente de un campo’ (V. aquí s. v. SERNA y TALUD, y Pedersen, Vgl. Gramm. II, 52-53). Luego un *VRORĔTON ‘objeto torcido’ o ‘torcedura’ sería perfectamente concebible en el celta de Iberia, y está claro que de ahí había de salir verorto > velorto, con una disimilación inevitable. Esta etimología, que se me ocurre, es muy posible, pero reconozco que me deja considerable duda. Aunque las lenguas célticas insulares no conservan huellas de la vocal que precedía a la -R- del sufijo -RĔTON, observa Pedersen que lo probable es que esta vocal fuese una A, aunque no cierra la posibilidad de otro vocalismo, y tenemos tanto menos derecho a desoír su autorizada opinión cuanto que los descendientes franceses de los dos casos cuya existencia se ha probado en galo, *TALARĔTON y *SAMARĔTON, presentan la A inequívocamente (talart, somart, savart). Es verdad que desde el punto de vista indoeuropeo, y en términos generales, no parece inconcebible que en otros casos la vocal que precediera a la R fuese O u otra, y el trabajo reciente de Pokorny (VRom. X, 225) justamente niega la terminación -ARETO- y afirma que sólo hubo -ORETO-; pero desde luego si hubo O, ésta había de ser breve, lo que no está de acuerdo con la falta de diptongación castellana; también es cierto que no sabemos si en el celta de España había entre timbre y cantidad vocálica la misma relación que en latín vulgar. Pero no nos hagamos ilusiones: una etimología construida como ésta se hace poco verosímil cuando quedan dificultades fonéticas, aunque sean eliminables con buena voluntad. Dudo, pues, de esta etimología céltica, tanto más cuanto que queda la posibilidad de un origen ibero-vasco. Y justamente nuestro vocablo está copiosamente representado en este último idioma. Por una parte hay alguna forma bastante sospechosa de ser préstamo romance, por su localización marginal y por su gran semejanza con las formas romances: me refiero al ronc. buurta «vilorta». Pero ya es mucho más difícil mirar como romanismo a biur (bilhur) ‘atadura hecha de ramas’, común a todos los dialectos de Francia y a algún punto de la Navarra española (biurra en forma articulada), b. nav. biurri «aro hecho con una vara de madera flexible que sirve de anilla o de vencejo», ronc. bulur, sul. bülhür. Luego hay otras variantes, sin consonante intermedia, o con otra consonante, las cuales quisiera Schuchardt (guiado por su idea de relacionar con VIBURNUM) mirar como primarias, pero que más bien me parecen alteraciones, teniendo en cuenta que la -l- cast., documentada y constante desde el S. XIII, indica que hay que partir de una base con -L-. Me refiero a: vizc. y a. nav. bidur ‘vilorta’, ‘torsión’, vizc., guip., lab. bigur, bigurri, ‘torcedura de la madera’, ‘vicio que toma una cuerda arrollada mucho tiempo’, biur (bühür, biurri) ‘vilorta’, ‘alabeo de la madera’, etc., a. nav. biurda ‘Convolvulus arvensis’, y el verbo de uso más o menos general biurtu ‘torcer’, ‘cambiarse’, ‘volver del revés’, ‘castrar’, ‘volverse agrio’, ‘traducir’, etc., biortu ‘retorcer, volver’, ‘cortarse la leche’ (Azkue), a. nav. ‘convertirse’ (Supl. a Azkue), cf. Tovar, DEtVco. Schuchardt se empeña en considerar esta rica familia de voces vascas como tomadas del romance vilorto admitiendo que la terminación de bilurtu, biurtu, fué tomada por la desinencia del participio-infinitivo vasco, y por lo tanto eliminada.

Además de que toda esta familia vasca, por su riquísimo desarrollo semántico y por su universal extensión en los dialectos, tiene una fisonomía autóctona bastante perceptible, es sobre todo la imposibilidad de encontrar a nuestro vocablo una etimología romance razonable la que me induce a creer que Schuchardt se equivocó totalmente, y que no sólo es seguro que el vocablo es antiguo en vasco, sino que no es inverosímil suponer que en castellano y en gallego estemos ante una vieja reliquia ibero-vasca. Nótese que la caída de la -L- intervocálica en gallego es indicio elocuente de que este fonema hubo de ser muy antiguo en nuestro vocablo, y que no hay que pensar en mirarlo como fruto de alguna disimilación tardía (como en la hipótesis VITE TORTA), pues entonces no habría caído. Así me inclino a creer que la forma vasca primitiva sería bilurr. Sabido es con cuánta frecuencia la -L- intervocálica se cambia en -r- en vasco, fenómeno general en los viejos préstamos latinos de este idioma: ahora bien, *birurr había de disimilarse en bidur(r), cuya -d-, según otro cambio muy frecuente en vasco, podía pasar a -g-, y en último término desaparecer del todo.

Luego podemos partir de una base como bilurr, tanto más cuanto que el romance muestra el consonantismo -L- desde princ. S. XIII. Y bilurr es analizable en vasco: se trata del verbo pan-vasco bildu ‘reunir, recoger’ (raíz bil-, que reaparece en bilgu ‘reunión’, bilera ‘reunión, romería’, bilgune ‘juntura, articulación’, bilkin ‘colecta’, bilkuntza ‘cabildo’, etc.) con el cual pudo combinarse ur (articulado urra) ‘avellana’: no me parece demasiado audaz suponer que ur tuviera también en lo antiguo el sentido de ‘avellano’ (hoy expresado por el compuesto urritz, urretx, etc.) o el de ‘ramas de avellano’; es lo que asegura Michelena, Apell. § 589, con otras pruebas. Es sabido que las varitas del avellano por su flexibilidad son de las más adecuadas para tejer cestos y hacer labores análogas: en el valle de Arán las varitas de este árbol tienen colectivamente el nombre especial de còila en cuanto se emplean en cestería, voz antiquísima donde debe reconocerse el céltico COSLON ‘avellano’ (comp. aran. vailet = fr. ant. vaslet; aran. amòina = cast. (a)limosna). Un compuesto bilurr había de significar, por lo tanto, ‘ramas de avellano para reunir o atar’, que es precisamente el sentido de vilorta; que en bilurr está la voz urr ‘avellana’ lo comprueba la forma vasco-francesa bilhurr, comp. vasco-francés hurr ‘avellana’. M. P. en sus artículos sobre la toponimia ibérica demostró que las vocales de este idioma eran normalmente breves, luego un ibero-vasco BILURTU había de dar normalmente velorto en castellano, biorto en gallego. Para la v- = b- vasca, comp. el caso de VEGA. En cuanto a la terminación -to, puede tratarse de un sufijo vasco; por otra parte es sabido que la RR doble se diferencia frecuentísimamente en -rd- en los vasquismos e iberismos romances, y la forma biurda se encuentra ya en vasco.

Decidir ahora si el grupo romance -RT- nació por alteración fonética de -RD- (recuérdense las perturbaciones de sonoridad tan sumamente comunes en las hablas pirenaicas, comp. VRom. II, 450-2 y 455) o por la suma de un sufijo, sería ya muy difícil y no creo que sea necesario para demostrar la probabilidad de esta etimología. Las más verosímiles parecen las dos posibilidades siguientes, y aunque sería difícil optar me inclinaría por la última. Tal como EZQUERR pasó a izquierdo, BէLŬRR había de pasar a *vilordo, luego alterado por influjo del sinónimo romance RETORTUM, RETORTA. O bien podemos partir del vasco BILURTU, puesto que éste también tuvo un valor participial: ‘torcido’, de donde ‘rama torcida’.

DERIV.

Envilortar, leon. maragato envelortarse (presente -orta) ‘enredarse la omiña en torno a un árbol’ (Sarm. CaG. 151r).

1 Gutiérrez Santa Clara, Hist. de las Guerras del Perú (S. XVII), habla de jugar al belorto o a la chueca; por otra parte, Terreros dice que en varias provincias se llaman belortos «los lazos que se hacen de ramas» (DHist.).―

2 Sin embargo, llega hasta el catalán fronterizo de Serradui y alta Ribagorza bilòrtas (ya no en Roda, donde emplean lligazas con este sentido de ‘vencejo para atar leña’).